Determinado y convencido camina un hombre a pasos lentos y estropeados, asaltado por el desprecio de una muchedumbre que simplemente por estar allĆ­  usan su nombre para injuriarlo, con los brazos muy abiertos   esperĆ”ndole, se encuentra  un agotado recorrido  a travĆ©s de una ruta  empinada y escabrosa que lo dirigen a una  exhibiciĆ³n  maquillada de burla y vergĆ¼enza hasta el martirio ,su aspecto hace creer con seguridad  que ha sido maltratado  con tal barbarie, pues es  fĆ”cil  observar  que sus  fuerzas  ya se le han extinguido, sus ojos casi  ocultos por una horrenda inflamaciĆ³n de  rostro ,  lo han producido fuertes golpes  que ha recibido, y que decir de su piel o lo que todavĆ­a  queda de ella, vierte sangre mezclada de compasiĆ³n y misericordia, pues hasta su  cabeza ha sido tratada sin compasiĆ³n, fue  atravesada por las largas espinas que hacen la vez de diamantes en una corona que lo convierten asĆ­  en un rey sin gloria y sin honra , pues este rey se  ha quedado ya sin seguidores; los que habĆ­an estado con Ć©l,  desde hace ya  muchas horas estĆ”n  ocultos  detrĆ”s de una puerta muy bien resguardada, que evitarĆ”  cualquier incursiĆ³n enemiga e impedirĆ” que sean confundidos como amigos  del  condenado.

 La compaƱƭa de aquel  son solamente su afrenta , el dolor que  calla, el  candente sol  del dĆ­a y el polvoriento camino quienes tambiĆ©n   abonan  su parte,  incrementando  el martirio con  la sequedad de su garganta, sin embargo  ni las asfixias de un incontable nĆŗmero  de males que carga sobre sus hombros ,o  el incontrolable peso de sĆ­ mismo que estĆ”  ya recomendĆ”ndole  reposo y ni las llagas por todo su cuerpo  han  logrado convencerlo de desistir a su misiĆ³n, pues no dejan de incitarlo a la renuncia y a la venganza ; pero hay algo en El que cautiva la atenciĆ³n del Cielo mismo y es que hay una  queja que es murmurada en sus adentros ,una aflicciĆ³n que lamenta y no es por el  peso de su cruz o de los azotes recibidos por su verdugo romano , estos murmullos lo ahogan en su corazĆ³n y  pueden  ser escuchado  solamente por Aquel que exige justicia en la tierra, por Aquel quien  por amor al hombre  entrega ahora en sacrificio a su propio Hijo para convertirlo en el sustituto perfecto en favor  de toda su creaciĆ³n quien merece la condenaciĆ³n eterna.

Hace ya 2000 aƱos que colgaba de una cruz ese hombre, su nombre era JesĆŗs  sinĆ³nimo de SalvaciĆ³n, quien por amor a la humanidad corrompida producto de  un mal llamado “Pecado”  vino a habitar entre nosotros con el propĆ³sito de  alumbrar este  mundo y trayendo  en sus alas aquella salvaciĆ³n  que en sus propias fuerzas ningĆŗn hombre  puede lograr.

En la Biblia encontramos esta verdad eterna en el Evangelio de San Juan 3:16 el cual nos dice:

“Porque de tal manera amĆ³  Dios al mundo, que ha dado a su hijo UnigĆ©nito, para que todo aquel que en El cree, no se pierda mĆ”s tenga, Vida Eterna.”      
Hay un sacrificio efectuado en favor de todos nosotros para que obtengamos este gran regalo,  ¿Por quĆ© despreciarlo?  ¿Acaso nos ofrece algo mejor este mundo que puede ser el sustituto perfecto  de nuestra SalvaciĆ³n perpetua?  ¡Por supuesto que no lo hay!  No hay mĆ”s grande regalo que lo que esas llagas y esas espinas en su cuerpo  dejaron en nuestro favor, no hay nada creado que pueda ser lo suficientemente preciado como la Vida Eterna puesta delante de nosotros,  Volvamos a JesĆŗs  Ć‰l es bueno y misericordioso  y no despreciarĆ” la oraciĆ³n de un hombre o una mujer, pues su Gracia Infinita estĆ” disponible en cualquier momento para todo el mundo .

“Bendita sangre que desde la cruz derramaste,
SalvaciĆ³n  eterna con ella al mundo brindaste,
A la muerte con tu resurrecciĆ³n conquistaste
                      Y aun Reino Eterno nuestras vidas consagraste.”               
                                                                                                                  Daniel H.


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