Seguramente has pensado en algĆŗn momento, que la vida no ha sido nada fĆ”cil para ti, por tiempo has estado  dando  lo mejor y aĆŗn no  ves la tan ansiada luz de esperanza que sea la que alumbre lo escabroso de tu situaciĆ³n, de pronto empiezas a perder la calma, los pensamientos giran por tu mente y te atormentan y cuando ya hicieron eco en ti , encontrando un espacio amplio en tus ideas te preguntas  si en verdad “Vale la pena esperar”.

                                 Parece ser que todo tu mundo termina por  girar  alrededor de tus tribulaciones y tienes la misma pregunta que todos quisiĆ©ramos  que se nos contestara lo mĆ”s pronto posible: CuĆ”nto mĆ”s durarĆ” esta angustia y si algĆŗn dĆ­a llegarĆ” lo que por tanto tiempo has esperado

                                  Dios en su Omnisciencia, conoce todas y cada una de nuestras preocupaciones, no es indiferente a nuestras enfermedades y se interesa por el mĆ”s mĆ­nimo detalle de nuestra condiciĆ³n  y sabe lo  dĆ©bil  que somos sin su ayuda. En este dĆ­a Dios nos invita a que alarguemos un poco mĆ”s nuestra  paciencia y que mantengamos firmes nuestra Fe que caracterizĆ³  a aquellos personajes en la Biblia que en medio de la soledad de sus quebrantos le creyeron a Ɖl, de cĆ³mo serĆ­a misericordioso ante el dolor que les agobiaba y que seguramente les librarĆ­a aliviando  las cargas tan pesadas  que sobre sus hombros soportaban.
¿No es maravilloso ver el interĆ©s de JesĆŗs por los niƱos?, tanto que nos invita a ser como ellos, ¿No son gratificantes sus palabras que traen alivio al alma angustiada? ¿No es maravilloso saber quĆ© el castigo de nuestra paz fue sobre El? 
                             El Salmista decĆ­a encontrĆ”ndose en la desesperaciĆ³n de su alma:   “¿Por   quĆ© te abates, oh alma mĆ­a, y por quĆ© te turbas dentro de mĆ­? Espera en Dios; porque aĆŗn he de alabarle, salvaciĆ³n mĆ­a y Dios mĆ­o.”
Salmos 42:11 (RV 1960) .
¿Te das cuenta de que alguien ya estuvo en igual condiciĆ³n, y que su alma se encontraba afligida?
Dios tuvo cuidado con el salmista y le dio la peticiĆ³n de su corazĆ³n, trajo paz y serenidad en la angustia.
Que sea tu oraciĆ³n este dĆ­a que su EspĆ­ritu llene  tu vida con su Gracia Infinita.


“ La angustia del espĆ­ritu ennegrece la luz de su Gracia,
 la debilidad de tu confianza, fortalece la duda que te atormenta,
 rinde tus flaquezas a Cristo, y veras como las convierte en poder .
Daniel F.














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